Hace unos días leí una historia que además de hacerme reflexionar sobre muchos temas, me encantó por tratarse de llaves...
"Una noche, mientras paseaba por mi barrio, me encontré a un hombre que buscaba desesperadamente algo. Me sorprendió observar que, mientras se llevaba las manos a la cabeza y decía sin cesar, “¿dónde se habrán caído?”, daba vueltas y vueltas dentro un círculo muy reducido cuyo centro era una farola…
Me acerqué y le pregunté si le podía ayudar. Cuando me respondió me di cuenta de que, además, estaba algo bebido.
- ¿Puedo ayudarle?
- Sí, claro, por supuesto…
- ¿Qué ha perdido?- le pregunté mientras comenzaba a buscar sin saber qué buscaba.
- Las llaves de mi casa. ¡¡Las malditas llaves de mi casa!!- me contestó con un tono pastoso de voz y unos ojos brillantes y enrojecidos.
- No se preocupe- le dije para tranquilizarle-seguro que las encontramos.
Me puse a buscar, y mientras lo hacía le pregunté
- ¿Está seguro de que se le cayeron por aquí?
- Pues la verdad es que no – me contestó – pero aquí hay luz."
Después de leerla y sonreír, pensé, en primer lugar por deformación profesional, que las llaves de la casa hoy ya no tiene por qué ser una llave. Los llaveros digitales, las huellas dactilares, los móviles... cumplen su misma función. Hay cientos de opciones disponibles en el mercado, aunque todas ellas, como ya dije en otro artículo merecen un cuidado.
En segundo lugar pensé que en la mayoría de las conversaciones lo importante no es la respuesta, sino la pregunta.
Y por supuesto, en tercer lugar pensé..., aunque no esté en la luz correcta...
LLÁMENOS, SEA LA HORA QUE SEA, LE ABRIREMOS SU PUERTA O LE DAREMOS LA SOLUCIÓN MÁS ADECUADA a la pérdida de sus llaves en Málaga.